El agente causal de la poliomielitis es un enterovirus humano: el poliovirus. Se denominan poliovirus salvajes los poliovirus presentes de forma natural.
El poliovirus está formado por un genoma de ARN encerrado en una cubierta proteínica, la denominada cápside. Existen tres serotipos de poliovirus salvaje, los tipos 1, 2 y 3, cada uno de los cuales tiene en la cápside una proteína ligeramente distinta.
El poliovirus de tipo 2 ha sido eliminado de la naturaleza (su presencia se constató por última vez en la India en 1999).
En la fase final de la erradicación de la poliomielitis en que nos encontramos, en las zonas endémicas solo siguen circulando poliovirus salvajes de tipo 1 y 3. Los dos son muy infecciosos y los dos causan poliomielitis paralítica. La de tipo 1 es la cepa de poliovirus más difundida, y la de tipo 3 se encuentra en cantidades muy pequeñas.
La puesta a punto de vacunas eficaces para prevenir la poliomielitis paralítica fue uno de los adelantos médicos más importantes del siglo XX. Con el desarrollo y evaluación en 2009 de la vacuna antipoliomielítica oral bivalente, la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis tiene ahora de un arsenal de cinco vacunas distintas para detener la transmisión de la poliomielitis:
Si en una comunidad hay un número suficiente de personas inmunizadas, el virus no encontrará huéspedes sensibles y se extinguirá. Para detener la transmisión y prevenir la aparición de brotes epidémicos es necesario mantener una alta cobertura de vacunación. La Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis evalúa constantemente el uso óptimo de las diferentes vacunas para prevenir la poliomielitis paralítica y detener la transmisión del poliovirus en distintas zonas del mundo.
Hasta hoy, la única vacuna oral que existe en el mercado es la Sabín, se desarrolló en los años 60 y se aplica en niños de 6 meses a 5 años de edad.
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