Negativa al embargo estadounidense contra Cuba
Un día como hoy 12 de noviembre, pero de 1996, en votación de la Asamblea General de la ONU resulta por mayoría la negativa al embargo estadounidense contra Cuba.
El embargo contra Cuba es uno de los conjuntos más completos de sanciones impuesto por Estados Unidos a cualquier país, incluidos los demás países designados por el gobierno estadounidense como promotores del terrorismo.
Desde 1992, cada año Cuba lleva a la ONU a votación el documento “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, en el que resume los daños ocasionados a su país por las sanciones y recibe el apoyo casi unánime de los miembros de la organización.
La comunidad internacional ha denunciado el embargo estadounidense porque viola el derecho internacional, y también por motivos morales, políticos y económicos. Desde que Barack Obama ocupó su cargo como presidente de Estados Unidos en enero de 2009, ha habido un intenso debate y numerosos llamamientos nacionales e internacionales para que Estados Unidos levante su embargo contra Cuba. Por desgracia, dentro de este debate apenas se hace mención al impacto negativo del embargo sobre los derechos humanos de la población cubana.
En la resolución aprobada 23 de junio de 2021, La Habana asegura que entre abril de 2019 a diciembre de 2020 los daños causados por el embargo superan los 9.100 millones de dólares (7.600 millones de euros), siendo el sector de la salud uno de los grandes afectados, en medio de una grave crisis agravada por la epidemia de la covid-19. En esta ocasión, el resultado en la ONU fue de 184 votos a favor, dos en contra (EE UU e Israel) y tres abstenciones. El bloque de la UE apoyo la resolución por unanimidad.
Históricamente, siempre Estados Unidos e Israel votaron en contra, excepto en el año 2016, cuando mandaba Barack Obama y decidió que Washington se abstendría. Obama acababa de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, rotas en 1961, y había puesto en práctica una política de “compromiso constructivo” con el propósito final de normalizar las relaciones con la isla tras aceptar que el embargo había fracasado en su propósito de provocar un cambio de régimen. Aunque Obama intentó convencer al Congreso de EE UU de la necesidad de poner fin a esa política, no lo logró. Enseguida llegó Donald Trump y la historia es conocida: enmienda a la totalidad, y 240 nuevas sanciones en cuatro años.
La llegada de Biden a la Casa Blanca ha abierto una ventana de optimismo, tanto para el Gobierno cubano como para los que dentro de EE UU defienden que había llegado la hora cambiar con Cuba. Recientemente, el destacado académico estadounidense William Leo Grande dijo: “Una política eficaz hacia Cuba requiere una mentalidad realista que reconozca, de una vez por todas, la incapacidad de Washington para imponer su voluntad a Cuba. Los responsables políticos deben abandonar la ilusión de que las sanciones producirán la victoria, y ponerse a trabajar con un régimen que puede no gustarnos, pero que no va a desaparecer pronto”.
Biden, que como vicepresidente de Obama apoyo el propósito de la normalización con Cuba, se comprometió durante la campaña electoral a desmantelar las sanciones trumpistas y revisar su política hacia la isla. Pero, nada. La administración Biden no ha levantado una sola medida y ya ha dicho en dos ocasiones que Cuba “no es una prioridad”, si bien ha asegurado que la política hacia Cuba “sigue en revisión”, lo que permite a los favorables al acercamiento ver una lucecita al final del túnel.
Aunque el embargo afecta a la capacidad del gobierno cubano de hacer realidad progresivamente varios derechos económicos, sociales y culturales, el gobierno brinda la máxima protección a estos derechos, en la medida en que lo permitan los recursos disponibles. Al hacerlo, ofrece prioridad a los miembros más vulnerables de la sociedad.
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