El dengue se dispara en las Américas y pone en alerta al Mediterráneo
En las últimas décadas, el dengue ha dejado de ser una enfermedad circunscrita a regiones tropicales para convertirse en una amenaza global. Su avance no solo refleja la expansión de su vector, el mosquito Aedes, sino también la complejidad clínica y epidemiológica de una infección que, según los últimos datos, está batiendo todos los récords de incidencia en América Latina. Así lo advirtieron Alfonso Rodríguez Morales y Miquel Martínez en un reciente episodio del pódcast “Sensible y Resistente” de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), en el que ofrecieron una radiografía completa del virus desde una doble perspectiva: la latinoamericana y la europea.
Rodríguez Morales, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero y experto en enfermedades tropicales, alertó sobre la magnitud del brote actual en las Américas. “Estamos viviendo la mayor epidemia de dengue de la historia del continente”, señaló. Solo en 2024 se han registrado más de 13 millones de casos en la región, una cifra sin precedentes que ha multiplicado por tres los datos del año anterior. Más de 22.000 de esos casos han sido graves y más de 8.000 han resultado fatales.
En Colombia, donde el dengue es endémico en la práctica totalidad del país, los casos no dejan de crecer. En 2023 se notificaron más de 130.000, y en 2024 se superaron los 320.000. Aunque existen zonas aún libres de transmisión autóctona —como Bogotá o Manizales, por su altitud—, la presencia simultánea de los cuatro serotipos del virus complica el panorama clínico, especialmente por el fenómeno de la infección secundaria, que puede desencadenar formas graves por el llamado refuerzo dependiente de anticuerpos.
Europa, cada vez menos inmune
La situación en Europa, aunque muy distinta en cifras, no es menos preocupante. El mosquito tigre (Aedes albopictus), vector potencial del dengue, está ya establecido en gran parte de la cuenca mediterránea, incluida España. Como explicó Miquel Martínez, microbiólogo del Hospital Clínic de Barcelona, cada vez se detectan más casos autóctonos en nuestro país. En 2023, se documentó un brote de ocho casos en Tarragona, y la tendencia es creciente: Francia notificó más de 80 casos y en Italia se superaron los 200.
“El mosquito llega para quedarse”, advirtió Martínez, y puso el foco en la vigilancia entomológica y en la cooperación entre sanidad pública y laboratorios clínicos como pilares fundamentales para contener brotes locales. Programas como Mosquito Alert, que permiten a la ciudadanía colaborar en la localización de criaderos, se presentan como herramientas clave en regiones no endémicas.
Diagnóstico preciso
Uno de los principales retos clínicos del dengue es su diagnóstico. En entornos endémicos, donde la coinfección con otros arbovirus (como chikungunya o zika) o incluso con patógenos como la malaria o la leptospirosis es frecuente, el abordaje requiere precisión y recursos. En Colombia, todo caso sospechoso con signos de alarma o dengue grave debe confirmarse por laboratorio. Pero como advierte Rodríguez Morales, las reacciones cruzadas entre flavivirus o con
En Europa, donde el dengue se diagnostica principalmente en viajeros, los laboratorios cuentan con PCR, detección de antígenos y pruebas serológicas (IgM/IgG), aunque el momento de la toma de muestras y la interpretación según el tipo de infección (primaria o secundaria) son determinantes para evitar diagnósticos erróneos.
La evolución clínica del dengue varía desde cuadros asintomáticos hasta formas graves con afectación multiorgánica. La OMS abandonó en 2009 la antigua clasificación de “dengue hemorrágico” para distinguir ahora entre dengue sin signos de alarma, con signos de alarma y dengue grave. La identificación precoz de señales como dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, sangrado de mucosas o acumulación de líquidos es clave para prevenir la progresión a formas potencialmente mortales.
Prevención y vacunas
La lucha contra el dengue pasa por estrategias integradas que combinen control vectorial, educación comunitaria, vigilancia epidemiológica y vacunación. En América Latina, se están utilizando métodos innovadores como la introducción de la bacteria Wolbachia en poblaciones de mosquitos o la liberación de Aedes genéticamente modificados para reducir su capacidad de transmisión.
En cuanto a la vacunación, tras la polémica en torno a la primera vacuna disponible (Dengvaxia), una nueva formulación ha sido aprobada y ya se administra en países como Brasil, Argentina o Colombia. A diferencia de su predecesora, esta vacuna puede aplicarse tanto en personas seropositivas como seronegativas y ha demostrado una eficacia significativa frente a los serotipos más frecuentes.
“Las vacunas no son la solución definitiva, pero sí una herramienta valiosa para reducir hospitalizaciones y muertes”, indicó Rodríguez Morales, quien además comentó que ya ha recibido personalmente las dos dosis recomendadas. En Europa, su uso en viajeros con factores de riesgo o antecedentes de infección previa se plantea como una opción a considerar, aunque aún queda recorrido para una estrategia de vacunación más extendida en zonas no endémicas.
Cambio climático y movilidad global
Ambos expertos coincidieron en señalar el impacto del cambio climático como un catalizador de la expansión del dengue. El aumento de las temperaturas y las alteraciones en los patrones de precipitación están ampliando tanto el rango geográfico como altitudinal del Aedes. Zonas antes libres de transmisión, como partes del sur de Estados Unidos, Uruguay o incluso ciudades por encima de los 2.000 metros, podrían convertirse en áreas de riesgo en los próximos años.
La movilidad global —incluida la movilidad interna en países endémicos— y la impredecibilidad intrínseca de los arbovirus complican aún más el escenario. “El dengue ha venido para quedarse”, sentenció Martínez. “La clave está en adaptarnos, reforzar la vigilancia y no bajar la guardia”.