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Hito de la medicina cubana: La segunda vida de Annalie

Parte del equipo médico que salvó a Annaliet. Foto: Minoska Cadalso/CMHW.

El llanto sale del cubículo de Annalie, una bebé de apenas 49 días de nacida que venció a la muerte, aun cuando parecía imposible. Su historia es un hito de la medicina cubana.

Lisyanet Marrero Pérez, su madre, ha vivido las últimas semanas entre miedos y alegrías. A mediados de enero llegó al hospital infantil de Villa Clara con su niña en brazos. El abuelo había resultado positivo a un test rápido para detectar la COVID-19 y la pequeña tenía un catarro ligero. Justo ahí comenzó la batalla.

El Dr. Jesús Sánchez Pérez, director de la institución de salud de Santa Clara, recuerda muy bien aquellos días. “Una de nuestras doctoras descubrió que la niña no respiraba con normalidad, así que procedimos a realizarle un rayos X de tórax. Allí descubrimos un importante ensanchamiento mediastinal que no tenía nada que ver con la COVID-19”, apunta.

Lo que encontraron los dejó perplejos: un teratoma que comprimía estructuras vitales como el corazón, las vías respiratorias y los grandes vasos sanguíneos ubicados en el centro el tórax. El Dr. Abel Armenteros, cirujano neonatal y jefe de ese servicio en la región central de Cuba, lo resume de una forma sencilla: “un tumor benigno que por la compresión que realizaba sobre órganos vitales se comportaba como maligno”.

Se dice fácil, pero en solo horas el equipo debió ajustar cada detalle. Para enfermeras, anestesistas, técnicos, cirujanos, y el resto del personal de apoyo, sería la primera vez. Un debut que no admitía equivocaciones. Hasta ese momento, en Cuba no se tenían reportes de una operación de este tipo en pacientes neonatales. Era el éxito o la muerte.

Para apoyar en el proceder llegaron hasta Santa Clara dos especialistas del Centro Nacional de Cardiología y Cardiocirugía Pediátricas William Soler, encabezados por su director, el Dr. Eugenio Selman-Housein. En la operación era necesario abrir el esternón, lo cual podía comprometer vasos sanguíneos y estructuras del corazón en esa zona, y cualquier apoyo era imprescindible.

Para la madre, Lisyanet Marrero, no fueron horas sencillas. “Los médicos me hablaron muy claro. Mi niña podía incluso morir en el trayecto entre la sala y el salón, pero siempre me dieron ánimos. Me dijeron que en cuanto llegaran los especialistas de La Habana, haríamos la operación. Eso no demoró ni siquiera un día”, apunta.

“Extrajimos todo el tumor y comprobamos que no existían otras lesiones en la cavidad torácica. Ya luego todo fue evitar las complicaciones en el post operatorio inmediato y tardío. Si no hubiéramos hallado esta masa, hubiera sido una causa de muerte súbita en muy poco tiempo”, agrega sin obviar una idea imprescindible: "Todo el equipo, absolutamente todo, dio lo mejor de sí para salvar a esta bebé".

Palabras clave: Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, Derechos Humanos, Infancia, Medicina, Medicina cubana, Ministerio de Salud Pública (MINSAP), Niños, Niños y Adolescentes, Salud, Salud Pública, Villa Clara

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